XXVIII

Virgo.

El primer encuentro que tuve con Catalina Fermín fue hace cinco años en Michoacán, Anessa me había mandado a una misión, y ésta debía llevarse a cabo en uno de los antros más caros, pero famosos de toda la comarca.

Y ahí estaba Catalina, trabajando de pool dancer con sus mayas negras de reed con un hilo negro debajo de éstas, su cabello suelto y corto en ese tiempo, sus tetas descubiertas con los pezones erectos y un collar de púas adornando su cuerpo. Los billetes eran parte de su fuente de oxígeno más cercana.

Habían otras bailarinas mostrando muchas partes más que ella, pero Catalina fue quien captó mi atención aquella noche. La noche del Choegoui him no podía quitarle los ojos de encima, supe disimular mi asombro al verla. Me dejó bastante anonadado verla dentro de esto del mundo criminal.

Parece que a la tipa le gusta lo prohibido,

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