CRISTINE FERRERA
—Te lo advertí… —agregó Eliot mientras con cuidado colocaba el hielo en mi mejilla.
—¡Te niega como el padre de tus hijos! ¡Te ha rebajado a ser el niñero y… ¿aún así la defiendes?! ¡Eliot, por favor, abre los ojos! —exclamó Berenice desesperada e incluso yo sentí lástima por lo que decía, tanta que comencé a sentirme miserable, como perro regañado, y sorbí mi nariz.
—Solo vete… —pidió Eliot mientras dedicaba toda su atención a mi mejilla.
—¡No lo puedo creer! —exclamó Berenice frustrada antes de dar media vuelta y pasar por un lado de Luca, empujándolo para apa