Al otro día estaba sentada en una banca esperando por unas compañeras para entrar a clases, cuando pasó Teryl, llevaba al zarcillo, (así voy a decirle a la chica que no se le despega), colgado del brazo, pero aún así se detuvo a saludarme y me preguntó si había llegado bien.
Yo casi que hiperventilo