UN MAL ENTENDIDO

Lucciano sonrió al verla ahí indefensa y a disposición suya, fue al pequeño mini bar cogió unos cubos de hielo y se acercó a ella, la miró fijamente a los ojos.

— Cierra los ojos y siente me, deslizó muy despacio el hielo por sus labios. Lo fue bajando por su cuello, Luggina se estremeció no por el frío del hielo, era la excitación que estaba en su interior quemando del deseo que Lucciano despertaba en ella. Un

Ese cubito de hielo llegó a sus pezones, Lucciano hizo círculos en la areola y esos botones se endurecieron por la sensación del frío.

Lucciano pasó su lengua, los acarició y luego los succionó así duros y fríos.

— ¡Mmm! Deliciosos. — Susurró entre ellos, Luggina gimió al sentir esa boca caliente sobre sus pechos, arqueó su espalda, quería más.

Lucciano siguió deslizando ese cubo de hielo por el vientre y así lo fue bajando poco a poco hasta ese botón duro, acarició y masajeó delicadamente, Luggina se removía ahí en su lugar, deseaba presionar sus piernas pero no lograba hace
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