Cap. 43.2
Lenaya, cruzándose de piernas y apoyando un codo en uno de los brazos del trono, se acomoda mostrando interés en las conclusiones de José. ─ A decir verdad, si los humanos no están poseídos, ni mucho menos corruptos, no se pueden tocar, disuadirlos tal vez, pero se está prohibido lastimarlos y no sentí corrupción en mis amigos ─ ¿Por qué no se pueden lastimar? ─ Son la creación de Dios, y hasta donde sé, Dios amó a su creación, a los seres humanos, más que a sus ángeles mismos que son perfectos ─ Interesante, ¿Qué más? ─ Lo que no comprendo es el por qué envió a un Nefilim con nosotros ─ Es obvio, ya estarían muertos, es cierto en parte tu teoría, y con lo de Darién fue para asegurarme de que no les pasara nada, ya que son humanos, son vulnerables a los intentos, y si quería mi cuerpo de regreso, Darién era la mejor de mis opciones ─ Aun siento que hay algo más, pero no logro dar con ello, lo presiento ─ Quizás sí, quizás no, cuando lo tengas más claro puedes venir y hablarlo conmigo,
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