PUNTO DE VISTA DE EMMAH
El día siguiente empezó de forma normal. Me encontraba junto a la pared de cristal de mi dormitorio; las luces de la ciudad se dispersaban como estrellas arrojadas sobre la tierra, parpadeando en silencio a lo lejos. Debería haberme sentido tranquila y segura. Pero el pecho me apretaba y mis pensamientos no se aquietaban.
Algo se avecinaba. Lo sentía.
Un golpe suave sonó en la puerta del dormitorio.
—Adelante —llamé con voz baja.
Una de las criadas entró con una bandeja de plata. Sobre ella había un único sobre blanco, sellado con lacre. Parecía curiosa, pero no dijo nada al dejarlo sobre la mesa.
Lo dejaron en la puerta principal, señorita. Sin nombre, sin dirección de remitente. Solo esto.
El corazón me latió con fuerza mientras me acercaba. Ya podía sentir algo extraño vibrando en el aire. El sobre era grueso y parecía caro, del tipo que no se compra en cualquier tienda. El sello de lacre no tenía iniciales. Solo una rosa grabada.
Rompí el sello y desplegué