Charlie se arregló la camisa arrugada y luego soltó con frialdad: “¡No soy su guardaespaldas, Chelsea! ¡No tengo tiempo para vigilarlo! ¡Ve a buscarlo tú misma!”.
Chelsea golpeó violentamente a Charlie en el pecho y gritó: “¡No consigo contactar su teléfono y no puedo encontrarlo! ¡Su guardaespaldas tampoco sabe dónde está! ¡Deja de fingir! ¡Has instalado ese bloqueador de señal a propósito! ¡Todo esto es parte de tu loco plan!”.
Charlie le tapó la boca con una mano y con la otra se la echó por encima del hombro.
“¡Escúchame, Chelsea! Tengo que encerrarte en tu habitación por ahora. ¡No volverás a sufrir después de esta noche!”.
De vuelta a la sala de banquetes, Avery se levantó de golpe.
La inquietud en su corazón aumentó al ver los rostros desconocidos que la rodeaban.
Sacó su teléfono y se percató de las llamadas perdidas de Elliot y de un mensaje de texto que decía: [¡Búscame cuando veas esto! ¡Estaré en la sala de banquetes!].
Avery estaba en la sala de banquetes, pero ¿dón