—Esta medicina hará que ese exceso de deseo y calor desaparezcan de su cuerpo. Creo que no tengo que recordarle que no puede gemir ni hacer ningún ruido, ¿no es así enfermera Lucia? —abrí mi boca recordándolo, Nikolay sonrió por mi reacción dándome vuelta, él sabía que me costaría controlarme, maldito idiota murmure mientras me inclinaba hacia la camilla.

—Deje de quejarse, es un simple pinchazo —sin dejar que tomara aire, Nikolay bajo mis bragas introduciéndolo de una manera brusca y abrazadora. Me apoyé posando mis manos en la camilla, mordí mis labios para no dejar salir aquel gemido de gusto. Subió mis bragas, me irguió y me giro hacia él, ya no podía hablar sintiendo eso dentro de mí, tocando mis carnes sensibles. Con hambre sin dejarme tomar un minuto de descanso me beso de una manera hambrienta y vivaz como si se hubiera estado quemando por un beso mío. Cuando me soltó, aquel pequeño juguetito dentro de mi empezó a vibrar martirizándome, me revolví con placer cayendo