Capítulo 4

Tan sólo una posibilidad

Esa tarde llegó cansada a su casa, había estado corriendo por la cancha de fútbol más vueltas de lo normal porque el Entrenador creyó conveniente amonestar a toda la clase por algo que dos compañeros habían hecho.

Sin embargo cuando vio la nota pegada en su puerta sonrió emocionada esperando que lo que dijera, le alegrara su tarde.

«Te veo en mis sueños besando chicos que no son yo y es molesto porque nunca puedo hacer nada para impedirlo»

Luego de leer deseó poder ver al chico y decirle que no se preocupara, ella sólo estaría con él, lo abrazaría a él, lo besaría a él, pero no tenía ni la menor idea de quién podría ser.

Guardó la nota en su bolsillo y entró a su casa; Oliver, su hermano menor se encontraba en la sala haciendo tarea mientras que su madre estaba limpiando los libros en la estantería que tenían. Casi no tocaban esos libros, por lo que solían tener polvo.

— ¡Ya llegaste! —le dijo su mamá, Nina dejó su bolso en el mueble y caminó hacia ella para darle un abrazo—. ¿Qué sucede?

—Tuve que dar diez vueltas a la cancha de más, eso sucede—suspiró y ayudó a colocar los libros en el estante ordenándolos por el orden alfabético de los títulos.

—Yo rengo que hacer tres tareas más y no estoy llorando—dijo Oliver y le sacó la lengua, Nina también le sacó la lengua.

—Hey—habló su madre llamándole la atención—. No te rebajes al nivel de un niño de ocho años.

Nina sólo asintió para volverle a sacar la lengua a Oliver, quién también le hizo lo mismo para luego reírse.

— ¿Recuerdas la nota que leíste la otra vez? —preguntó Nina, no sabía si tenía que contarle pero necesitaba escuchar la opinión de alguien. Su mamá asintió—Bueno, no conozco al chico y me gustaría saber quién es.

— ¿Es un chico?

—No sé, quiero imaginar que sí—le dijo—. No puedo asumirlo pero...

—Claro, entiendo—dijo su mamá—. ¿Entonces quieres conocerlo pero no sabes cómo? —ella negó.

—No tengo ninguna pista.

—Pregúntale al amigo rubio de Bruno—mencionó—. ¿No es él el que siempre sabe de eso?

—No sé si me ayude, está muy ocupado ahora—le dijo—, pero me dio la opción de pedirle a todos que escriban y comparar letras.

—Tardarían mucho.

—Lo sé—mencionó Nina—, pero no tengo más opciones.

—Igual podrías preguntarle al chico si es él quién las escribe.

— ¿Por qué? —frunció el ceño.

—Creo que le gustas.

Nina rió y luego negó la idea que su mamá tenía en mente. ¿Gustarle a Alan? ¡Ya quisiera ella! Alan estaba muy pendiente de ser cupido como para interesarse de alguien.

—No es broma, deberías preguntárselo.

—Aunque lo hiciera, no me lo diría—dijo—, Alan se ve directo, pero le da muchas vueltas a todo.

Su mamá se encogió de hombros y le entregó un libro.

—Tan sólo fue una posibilidad—le dijo y luego se marchó hacia la cocina dejando a su hija pensando en si tenía razón al respecto.

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