Cena en la mansión St. Vincent
Sebastien:
No puedo evitar reír ante lo último que dijo, cuando me giro a verla, ella se ha quedado dormida, el movimiento del auto no parece afectarle, así que al llegar la bajo con cuidado, camino a su habitación y la deposito con cuidado, busco su camisón y con cuidado comienzo a cambiarla, retiro los accesorios y la cubro con la manta, había visto un pequeño moretón de color verdoso-amarillento, señal de que tiene mucho tiempo.
Tomo su teléfono y desactivo la alarma, eran pasadas las 3 de la mañana, sería un desgraciado si le permitiera despertar tan sólo 2 horas después.
Había salido de su habitación y caminado a la mía, me había quitado el traje, y me había acostado en bóxer, era más cómodo.
Me sentía cansado, sin embargo, no podía sacarme de la mente lo acontecido, y sobre todo, sus palabras, no sonaba como alguien que lo hace porque así es la vida que le tocó vivir, le gusta a pesar de ser cansado o tedioso, más bien sonaba a alguien que no tenía opciones, salvo hacerlo.
No sé