Capítulo 58. La profecía

Gerald la hizo ponerse de pie y la besó, poco a poco la desnudó y entre beso y beso iba diciendo:

—Lo que yo siento por ti, las ansias que siento, son abominables, un lobo nunca debería sentir nada parecido a lo que sentimos.

—Que importa lo que sentimos, que importa lo que hagamos, marchémonos juntos de este mundo de ser necesario, solo quiero que te dejes llevar, sentir que te entregas sin miedo, no quiero sentir tu rechazo y repudio.

Los besos se hicieron exigentes y Gereald que ya sentía su resistencia debilitada se entregó y se sorprendió cuando sintió más energía.

Y a su vez le daba energía a ella…

—Si me dejas beber de ti mientras me haces el amor, no nos debilitamos tanto —inquirió Rhiannon dudosa.

—Es justo lo que pienso…

Gerald chupó sus pechos redondos como una fruta jugosa, llevó su mano a su feminidad y con destreza acarició los pliegues de su sexo, sentía como el aroma de ella le despertaba una fuerza que tenía mucho que no sentía, metió sus dedos y
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