El plan ha cambiado.
Hace apenas unos días le pedí a mi padre que rechazara cualquier tipo de contacto con Vitelli, que lo sacara de su radar porque no era alguien con quien debíamos mezclarnos. Pero ahora, sentada frente a él en su despacho, me doy cuenta de que quizás cometí un error.
—Quiero que hables con Vitelli.
Dimitri alza una ceja, cruzando los brazos sobre su pecho con su expresión pétrea.
—¿Cómo dices?
—Solo escuchame, he estado pensando mucho en esto y creo que me he equivocado —respondo con firmeza—. Acepta reunirte con él. Dile que estás dispuesto a escucharlo.
Frederick, que está de pie al lado de mi padre, entrecierra los ojos con desconfianza.
—Vaya, princesa, ¿ya estás practicando para tu trono? —bromea, alzando la copa en mi dirección.
Ruedo los ojos y cruzo los brazos sobre el pecho. Porque él es asi, podemos estar hablando de algo supremamente serio y va a buscar cualquier excusa para bromear.
No se si lo encuentro desesperante o encantador.
—No digas tonterías —l