A altas horas de la noche, sola, vestida solo con un pijama manchado y descalza, cualquiera podría darse cuenta de que algo malo había sucedido en la vida de la joven. La chica lloraba silenciosamente, sin decir una palabra, mientras Daniela trataba de consolarla y Simón observaba impotente.
Después de un tiempo, la joven finalmente logró estabilizar sus emociones un poco. Daniela la llevó a su habitación, donde le proporcionó un conjunto de ropa limpia y le permitió lavarse la cara antes de regresar a la sala de estar.
En ese momento, la joven, llamada Sílvia Flores, parecía bastante bonita, a pesar de su difícil situación. Daniela le cocinó un tazón de sopa de fideos y continuó brindándole apoyo y consuelo.
Finalmente, después de terminar la sopa, Sílvia compartió su historia. Resulta que era de una zona rural y había seguido a su novio a Valivaria, donde él asistía a la universidad. Trabajaba para mantener a su novio mientras él estudiaba, pero después de que él se graduó y encontró