Los aplausos resonaron durante muchísimo tiempo.
Los tres grandes de la Provincia de Vallebravo se dirigieron directo al estrado y tomaron asiento, mientras sus guardaespaldas y acompañantes se dispersaban por la sala, vigilando cuidadosamente cada rincón.
En ese momento, Simón, Lucas y Jerónimo también entraron.
Sin embargo, fueron detenidos de inmediato por los guardias en la puerta.
—Por favor, muestren sus respectivas invitaciones, — dijo un guardia con expresión impasible.
Simón respondió con serenidad: —No las tenemos. Fue la presidenta Anunciación quien nos invitó.
El guardia los miró con gran escepticismo y luego dijo: —Por favor, esperen momento aquí.
Rápidamente, uno de los guardias corrió a preguntarle a Anunciación.
Poco después, Anunciación apareció junto al guardia y se acercó de inmediato a Simón y los demás con una sonrisa muy burlona: —Vaya, realmente vinieron. Tienen suficiente coraje. Síganme.
Los llevó a un rincón apartado y se inclinó hacia adelante burlonamente: