Por otra parte, la camioneta negra estaba llegando a una gran mansión situada a la orilla de la ciudad, donde se podía ver a la entrada a una fila de sirvientes y médicos listos para recibirlos y ayudarlos en todo.
Alessandro vio eso, agradeciendo que estuvieran preparados porque su pequeña aún estaba alterada por las detonaciones, pero igual seguiría con su propio plan y fachada.
- Melissa ¿dónde estamos? – le pregunto el rubio mirándola a los ojos.
- Tranquilo doc, estamos a salvo – indico ella sonriéndole.
- Eso no responde mi pregunta.
- Estamos en mi casa, por favor confía en mi – pidió ella tomándolo de la mano.
- … - Alessandro arqueo una ceja ante ese comentario.
- Api snif…
- Tranquila mi amor, ya no escucharas ese ruido feo – dijo besando la frente de su pequeña y buscando secar sus lágrimas.
- Llegamos señorita – anuncio Atenea cuando el automóvil detuvo su marcha por completo y ella abrió las puertas para que bajaran del vehículo.
- Vengan – hablo Melissa colocándose de pi