Capítulo 82: Mi Cristal y Clara. 
 Angelo se detuvo, su incomodidad notable.
 El mayordomo, sin perder la oportunidad, hizo un gesto discreto a las niñeras.
 Las niñeras se acercaron, mientras Robert colocaba una silla para el CEO.
 Cuando finalmente Angelo se sentó, Robert le pasó primero a la gemela mayor.
 —Así, señor. Tenga cuidado, no las apriete demasiado, son bebés y son frágiles —dijo con una sonrisa, enseñándole a sostenerla—. Ahora la otra bebé…
 Con el rostro marcado por la rigidez y el nerviosismo, Angelo sostenía a las niñas.
 Robert miró a las niñeras, que se retiraron por un momento, dejando al CEO con sus pensamientos.
 —Y bien, señor Fiorentino. ¿Qué piensa de sus hijas? Necesitan un nombre.
 —Se parecen a ella… —susurró Angelo, frunciendo el ceño con un doloroso recuerdo.
 Robert notó la creciente molestia en su jefe y, con una exhalación profunda, respondió:
 —Se parecen. Pero NO SON ELLA, señor. Son solo sus bebés, sus hijas, dos seres inocentes que no tienen la culpa de nada.
 La rigidez en el ros