Mientras tanto, en la lujosa finca.
La tarde gris se filtraba por las ventanas, creando sombras en las paredes. La habitación estaba decorada con elegancia, pero para Angelo Fiorentino, era una prisión.
Él se encontraba en el suelo, escupiendo sangre tras un golpe brutal de Marco.
Escuchó la conversación del hombre en motocicleta a través del altavoz que Marco había activado.
¡Su corazón latía desenfrenado, sumergido en la preocupación por Cassandra!
—¡¡¡NO TE ATREVAS A TOCARLA!!! —gritó Angelo, levantándose del piso, su voz llena de rabia—. ¡No le harás nada a Cassandra
Marco se rió cruelmente, disfrutando del sufrimiento de Angelo.
—A ella no. Pero haré que mis hombres la golpeen un poco y le saquen a ese hijo tuyo que lleva en su vientre —sentenció el hombre rubio con frialdad—. Después, me la quedaré como compensación por dejarme y huir el día de nuestra boda.
Angelo sintió que su mundo se desmoronaba.
Con los puños apretados, se lanzó hacia Marco, pero este ráp