Luciano sonrió mientras miraba el cuerpo desnudo de Ofelia enredado entre las sábanas y sus propias extremidades enredadas entre ellas.
—Es hora de levantarse —susurró a su oído, bañándola con la calidez de su aliento.
—No quiero, estoy cansada y tengo sueño —se quejó la muchacha moviéndose para pegarse más al cuerpo masculino.
—O-fe-lia —Luciano deletreó su nombre y la manera tan sexy de hacerlo, envío un escalofrío por toda su columna vertebral y la obligó a abrir uno de sus ojos, mientras ronroneaba como un pequeño felino.
—Un ratito más —pidió y el hombre negó.
—Es el cumpleaños de Luciana —le recordó.
—¡Es verdad! ¡No puede ser! Estaré como un Bambi escaldado —gritó provocando que Luciano estallara en c