“¡P*rra! ¿Finalmente te atreves a venir a verme?”.
Celeste corrió hacia Luna en un ataque de ira al momento en que la vio.
Sin embargo, y antes de que pudiera abalanzarse sobre la escuálida mujer, Celeste fue bloqueada por el guardaespaldas que vigilaba la entrada, lo cual la puso furiosa.
“¡Suéltame! ¡Si no abofeteó a esta p*rra hoy, no podré liberarme del odio en mi corazón!”.
“Suéltala”.
De pie junto a la entrada, la demacrada Luna sonrió con amargura. “Si golpearme hace que la Señora Allen sintiera menos dolor, déjala que lo haga”.
“Luna…”. Anne frunció el ceño y se aferró a Luna. “Tu cuerpo no podría soportarlo…”.
“Se lo debo a ellos”.
Al ver que los guardaespaldas no tenían intención de dejar ir a Celeste, Luna suspiró. Inmediatamente caminó sola, y lentamente se acercó a Celeste.
“Entiendo lo doloroso que es perder a un hijo”.
Neil solamente tenía seis años. Además de Neil, ella todavía tenía a sus otros dos hijos.
Sin embargo, la muerte de Neil fue un golpe duro para