Capítulo 8

Me remuevo en la cama sintiendo mis manos entumecidas y adoloridas, este hombre es un maldito animal, no sé cómo fue capaz de dejarme amarrada a la cama, no pude dormir muy bien porque esta posición o es nada cómoda y cada segundo me despertaba pensando que el maldito estaría encima de mí haciéndome algo, no me fiaba de él y estaba segura de que podía esperar cualquier cosa si se trataba de ese hombre. Intento acomodarme en la cama y en ese momento escucho el sonido de la puerta del baño y el condenado saliendo como si nada de ella con la toalla en su cintura. Sus ojos se encuentran con los míos y gruño con fuerza.

—Necesito que me sueltes ahora mismo, me duelen las manos, eres un maldito animal.

Sus ojos me observan con mucha intensidad.

—Si sigues tratándome de esa manera, no voy a soltarte, me debes respeto, deja de ser tan igualada —Apriet los dientes con fuerza.

«Maldita la hora en que este hombre me ayudo».

—Solo quiero que me sueltes, Reece me duelen los brazos.

Rueda los ojos
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