Tan pronto como abrí la puerta de mi departamento, encontré a Daniel y Salma besándose en el sofá.
No sabía si fingir que no vi nada y seguir o detenerme y saludar, fingiendo que Daniel no era el tonto del que me enteré.
Después de todo, era difícil decirle a mi mejor amiga que el hombre que le interesaba , lo cual era muy raro en ella, era un imbécil y tal vez la estaba usando para quedarse a mi lado. Por mucho que me conociera, pensaría, como mínimo, que estaba siendo engreída y envidiando a su hijo.
"Hola…" dije, tratando de fingir que todo estaba bien.
- ¿Bebé? – Salma se levantó del sofá, con la boca manchada de labial.
- Hola gente.
Daniel se incorporó e inmediatamente miré sus pantalones. Recordé la situación de la otra vez. Pero todo estaba en su lugar... Nada señalaba mi camino.
- Llegó... ¿antes? – preguntó Salma.
- Fui a resolver unos problemas.
- Hmm... ¿Estás seguro? Ella sonrió irónicamente.
- Sí.
- ¿Sabías que Babi y Heitor están... Cómo puedo decir... conociéndose mejo