35.
—Jajaja... no te preocupes, es hora de que me vaya. Pero volveré por ti, querida... y entonces serás tú quien termine con la vida de tu hermano.
Con esas últimas palabras, la arpía simplemente desapareció.
Pero era demasiado tarde para Serena. Su magia estaba completamente desestabilizada, al igual que sus emociones. Todo a su alrededor comenzó a distorsionarse. En ese estado, podía destruirlo todo.
—Arturo, debes llevarte a Oliver. Yo intentaré calmar a Serena —dijo Matías.
—Es muy peligroso, Matías. Está totalmente fuera de control —advirtió Arturo.
Matías lo sabía. El objetivo de la arpía había sido claro: provocar a Serena hasta llevarla a un colapso total, y luego dejar que destruyera su ciudad natal, a su familia, y a sí misma.
Arturo ya había retirado las suturas de los ojos y la boca de Oliver. Las heridas sanaban poco a poco gracias a su magia, aunque la recuperación total tomaría tiempo. Pero ahora enfrentaban una amenaza aún más urgente: Serena, convertida en una bomba de en