27. ¿Podemos confiar en ella?
—Tú no elegiste esa vida. Lo que hiciste no fue decisión tuya —dijo Arturo con seguridad.
—Ellos tampoco lo hicieron —respondió Serena, con la voz cargada de tristeza—. A todos nos tomaron cuando éramos niños y nos convirtieron en armas. Ninguno de nosotros recuerda cómo fue. No pudimos escoger. Nuestro destino ya estaba marcado.
Aquella tarde, André fue en busca de su padre. Aunque aún dudaba sobre qué decirle para justificar la ayuda de Serena, decidió que quizás una parte de la verdad ayudaría. Entró a la sala del consejo, donde varios comandantes estaban reunidos.
—Padre, tengo una propuesta que me gustaría discutir contigo.
—Ahora no es el momento —respondió el Rey con firmeza.
—Pero sí lo es. Sé lo que esos agentes pueden hacer, conozco sus habilidades especiales… y quizás tengamos una forma de vencerlos.
Aquellas palabras llamaron la atención de todos los presentes.
—Bien, habla —ordenó el Rey.
—Me temo que debo pedirte una audiencia en privado.
A los presentes no les agradó la