25. La guerra se avecina
—Entiendo... Si tú me lo permites, me encargaré de entrenarte a partir de ahora.
—¿Por qué no puedo seguir entrenando con el profesor Abel? —preguntó Serena con genuina curiosidad.
—Porque él no es quien tú crees. Es mejor que mantengas distancia con él —respondió Matías, sin entrar en detalles.
Esa tarde, Serena se sintió aliviada. Hablar con Matías sobre su pasado la había hecho sentirse más libre. Durante mucho tiempo temió contar su historia por miedo a ser juzgada por las cosas horribles que había hecho. Sin embargo, las sesiones con Arturo le habían enseñado que podía confiar en quienes realmente la cuidaban.
Cuando llegaron a casa de Arturo, Serena se sentía más fuerte. La sesión de ese día era especial: por fin estaba lista para hablar de Nina.
—Bienvenida. Hola, Matías. ¿Te quedarás hoy? —preguntó Arturo al recibirlos.
—No, solo vine a traerla. Volveré en unas horas para llevarla con Héctor —respondió Matías.
—Perfecto. Vamos, Serena.
Matías se retiró, y Arturo llevó a Serena