Una vez que llegaron a casa de Nick, fue Christian quien la sacó y se acostó con ella en la cama, Oli simplemente se durmió. Cerca de las ocho de la noche abrió los ojos, escuchó a Christian y Nick y olió la maravillosa comida que estaban preparando.

—Hola, mascota. Ven a sentarte con nosotros.

—Huele increíble.

—Soy un cocinero bárbaro.

Oli miró los contenedores en la basura y sonrió con sarcasmo.

—Bárbaro, ¿eh?

—Bueno, recalentar comida del restaurante requiere una dosis natural de talento.

—¡Claro que sí!

Pusieron una película y cerró los ojos. La siguiente vez que los abrió, estaba en el mismo sofá, pero en los brazos de Bruno.

—Llegaste.

—Lo hice, hadita. He finiquitado mi trabajo, estaba vendiendo los hoteles que están fuera de la