Escuché un ruido diferente: voces fuertes y pasos apresurados a la distancia. ¡Al fin! ¿Para qué mierda tenían cámaras y personal de seguridad, si les tomaba siglos aparecer cuando había problemas? El lugar era un laberinto, y el eco del goteo constante de agua hacía que me resultara imposible darme cuenta de dónde venían.
—La tengo.
—Bien. Ve —resollé apretándome el pecho.
Vi que Kujo salía del sótano y alcé el LED apenas cruzó el umbral, para llenar de luz ese breve pasillo. Me estaban por ceder las rodillas, así que mantuve la espalda contra la pared y me deslicé hacia abajo hasta sentarme en el suelo frío y húmedo. Sabía que necesitaba salir de allí. Necesitaba respirar aire fresco. Pero también sabía que no lograría regresar por donde había venido. No t