"...". Alex nunca se hubiera imaginado que una mujer frágil que solo había dicho ‘Sí’ o ‘Sí, Alex’ delante de él; que solo dijo ‘Me iré’ con una sonrisa el día que la echó, pudiera ser tan lógica y buena para defender su caso. Su mente era clara y organizada, no se parecía para nada a la mujer con quien había estado durante los últimos siete u ocho años. Además, Alex se dio cuenta de que todo lo que decía era cierto.
‘¡Es cierto! La culpé por haber encontrado a otra persona después de cuatro meses lejos de mí, pero ¿cómo pude haber olvidado que fui yo quien la echó sin dudarlo? ¿Había pensado en dónde se iba a quedar? ¿O en que ella podría decir las direcciones? ¿O en lo indefensa que se sintió cuando la eché a toda prisa sin nisiquiera darle su tarjeta de identificación? No lo hice, porque siempre he pensado que su amor hacia mí era natural y que cuando le mostraba la más mínima adoración, se suponía que era una especie de regalo’, pensó con el ceño fruncido, mientras miraba sin pala