Para él, esa patada fue una lección para Sabrina, para que se quedara en su cuarto y reflexionara sobre sus acciones, para que se diera cuenta de lo que hizo mal. Si insistía en mirar a alguien de esa manera tan intensa, entonces tendría que castigarla.
A la mañana siguiente, Lincoln fue al cuarto de Sabrina, sacó diez dólares de su bolsillo y se los entregó: "Esto es para ti. Tómalo".
Sabrina simplemente miró, pero no tomó el dinero.
Tiró el dinero al suelo frente a ella y le preguntó: "¿Sabes qué hiciste mal?".
Sabrina bajó la cabeza, pero no habló.
"Toma estos diez dólares y cómprate un buen desayuno", dijo Lincoln con un tono de desprecio y tratándola como un caso de caridad.
Sabrina no tomó el dinero.
Ella se levantó en silencio y pasó junto a él, dirigiéndose a la escuela, sin siquiera detenerse a mirarlo.
Aquella mañana y también la noche anterior, ella pasó mucha hambre, no solo tenía hambre, sino que también tuvo que soportar el dolor de la patada de Lincoln.
Pero Sa