—¡Francesco..!— Cristhofer frunce el ceño y se coloca de pie, pero siente un leve mareo, él se acerca a su hijo y lo sacude con preocupación —¡Hijo!— pero Francesco no despierta.
Lo cargó entre sus brazos y miró a su alrededor, la angustia ya se está apoderando de él. —¡Ayuda!— soltó un grito desgarrador, pero sus escoltas no respondieron a su llamado.
Al salir de la habitación de juegos, sus escoltas están en un profundo sueño, unos sentados y otros acostados en el suelo. —¿Qué carajos pasó?— su corazón se empieza a acelerar —¡Emanuel!— ya su mente está con más claridad —¡¡Despierten maldición!!— gruñó pero nadie lo escuchó —¡Ayuda!— empieza a correr muy desesperado en busca de ayuda
—señor…— una mucama se acerca al verlo angustiado
—¡Mi hijo! Sean robado a mi hijo, que cierren el hotel ¡Nadie sale de aquí!— ordena Cristhofer
La mucama asiente y sale corriendo en busca de ayuda, y tan solo fueron minutos para que todo se volviera un caos y su hijo Francesco esté recibiendo atención m