Capitulo 40

Matías Montenegro.

El disparo alteró mis nervios, el simple hecho de pensar que le habían disparado a ella me había congelado.

— ¡Alaia!— grité para saber que estaba bien pero fue en vano ya que habían colgado la llamada.

Malditos hijos de perra, me iba a encargar de destrozarlos a uno por uno personalmente yo lo haría para que aprendieran que conmigo no se juega ya mi mujer no se le toca.

Miré a los hombres a mi lado esperando la respuesta positiva de ellos.

Me levanté furioso tenía que controlarme y ellos tenían que encontrarla ya porque en este momento podría asesinarlos y buscar a alguien más que cumpliera con su trabajo.

— Los tenemos señor, tenemos la ubicación de su esposa — escuchar aquello me llenaba un poco de tranquilidad a menos que tendría un lugar donde buscar aquellos imbéciles, seguro no se esperaban que esto sucediera, seguramente ni sabían en que diablos era allí con quién diablos se estaban metiendo pero algo me decía que ellos no habían planificado esto y que esto
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