—Que tenga un buen día Oliver— le dijo Aslan dejándolo solo en el gimnasio cuando salió en su silla eléctrica, yendo a su habitación.
—Ah, se me olvido advertirte que cuando Aslan está en modo ogro es bastante enojón.
A Oliver le sorprendió la voz cantarina de Nayelis, pues no esperaba que entrara