Mi garganta quedó trancada y no podía emitir palabras. Mi corazón, no solo sangraba por hacerlo sino por las grietas que se habían hecho en él.
—No te juzgo, tal vez no pude dártelo todo y la avaricia se adueñó de tu alma, pero dime por qué no me dijiste que querías ser la esposa de un adinerado, au