Capítulo 0007

Narra Ashley.

En el momento que intentaba salir vi una sombra detrás de un mueble, y traté de fijarme en la imagen mientras mi aliento se detenía en mi garganta, pero él echaba hacia atrás con su silla eléctrica.

—¿Quieres vender información sobre mí a la prensa amarillista del país?, dices no querer verme, pero como todos buscas la manera de hacerlo. —Todo estaba dispersó antes de que pudiera ver lo que era.

—Me gusta el dinero, pero no es por esa razón que estoy aquí. — No me importa decirle mi propósito porque de todos modos lo voy a lograr.

—Mmm. Entonces viendo en la manera que me hablas, quieres que me muera para quedarte siendo viuda y millonaria.

—Lo de millonaria no lo había calculado, pensándolo bien, no es mala idea. — Sacudí mi cabeza y abrí la puerta, dándome cuenta de que este hombre parecía estudiarme.

—No estaría mal morir. —Eso último me dejó más impactada.

«Será que pierdo mi tiempo», analicé reflexionando todo lo que acabo de escuchar porque si él afirma querer morir y no sé suicida a pesar de su deprimente vida, de seguro ha de ser un hombre difícil de manipular psicológicamente.

Narrador.

Aslan salió por la puerta alterna del guardarropa; una que Ashley ni figuró, pues él la utilizaba siempre que se molestaba con su anterior esposa y ahora parecía ser una situación similar.

Ashley por su parte se quedó a la espera de verlo salir, pero Aslan nunca salió del mismo modo que no ingresó por el aposento y eso la dejo intrigada. Se limitaba a abrir la puerta para no escuchar los comentarios burlones de Aslan y su espera extensa fue interrumpida por el sonido de su móvil que le indicaba tener una llamada y cuando miró el identificador se dio cuenta de que se trataba de su mejor amiga, y antes de responder suspiró y se dijo así misma: —con calma Ashley, dale la razón a tu amiga sabelotodo, aunque no la tenga.

—Hola Jéssica, que lindo es poder escucharte— fingió estar de buen humor, aunque con Jéssica no debía de fingir, ya que su amiga era la única que sabía la verdad de todo.

—Vamos Ashley, bájale a tu teatro, sé que no estás para nada bien; mira, todavía estás a tiempo de terminar con esa locura, dile a ese señor que cancelen ese matrimonio y ven te ayudaré amiga, juro que buscaremos a los mejores psicólogos. — Ashley puso los ojos en blanco, ya no sabe cuántas veces ha escuchado lo mismo de parte de su amiga.

—Sabes qué no es locura, es justicia; una qué harías tú también si estuvieras en mi lugar— respondió con molestia y aunque entiende que su amiga lo que quiere es su bien, le fastidia que Jésica le pida que deje todo así y que busque ayuda profesional, porque ya ella no reportó a las autoridades el daño en el momento que se lo pidió.

—No te estoy recriminando, solo te quiero ayudar, soy tu amiga y la verdad es que no me veo en tu lugar porque estaría mal o peor, pero no optaría por dañar la vida de una persona inocente usando como base su desgracia. No eres así Ashley, la amiga que conozco era incapaz de lastimar al prójimo, y de querer hacer daño. Quiero de vuelta a mi amiga, a esa que reía de todo, la que provocaba que la maestra nos regañara en plena clase— pidió Jésica casi al borde del llanto, debido a que adora a Ashley, la trata como a la hermana que no tiene y extraña las pijamadas y las escapadas a su lado.

—Esa Ashley la mataron hace siete meses … — Ella hizo silencio por un momento que pareció bastante largo y Jésica no se atrevió a decir nada, sino que sorbió su nariz al otro lado de la línea. — Yo quiero volver a ser esa chica, pero ¿cómo hago?, el odio me consume, y sé que podré volver a reír cuando vea a Alonso Fernsby sufriendo, y cuando lo vea destrozado, podré ser feliz.

—¿A costa de qué?, de destruir la vida de un hombre que ya ha perdido a su esposa, su carrera, e incluso su belleza, ¡por Dios¡ Amiga recapacita; esa venganza y odio te dañará más y vas a dañar a alguien inocente, sé que no lo conociste antes, porque decías aborrecer los chismes de farándulas o ver las noticias de los ricachones, pero según lo que llegué a leer en el pasado ese hombre me permite asegurarte que no es una mala persona, incluso hacía donaciones a asilos, orfanatos y a hospitales que atienden a personas como nosotros de bajos recursos. — Ashley quería colgar la llamada puesto que moría de rabia al escuchar cómo su mejor amiga adulaba a ese hombre porque antes era su fan, siempre la escuchaba hablar de él y de lo guapo que era, y ahora lo convierte en un mártir; no obstante, no se atrevería a colgarle porque sabe que Jésica es capaz de ir con su madre y dejarla en evidencia aclarando su mentira y no quiere que su madre se entere de que ella se casó, ya que no sabría cómo explicarle.

—No me importa sus actos benévolos del pasado, ahora lo que sí veo es a un paralítico que se burla del mundo y encima se cree demasiado a pesar de que es bastante horrible. —Jésica negó, y expulsó el aire retenido, dándose ya por vencida y pidiendo dentro de sí que su amiga logre sanar su corazón y no termine por empeorar todo porque si lleva a cabo su plan y se cumple no solo dañará a los Fernsby, sino que podría terminar perjudicando a su madre y tal vez termine llena de remordimiento.

—No quiero decir más adelante, te lo dije, pero dejaré que avances, solo espero que cuando termines no sea demasiado tarde. — Ashley se quedó callada, no sabía que responder a esa advertencia, sentía dudas, sí, y sabía que quería dañar a Alonso por vía de Aslan, pero no sabía si en realidad eso llenaría ese hueco que ahora siente en su pecho.

Unas ganas de llorar, la invadió, pero se tragó sus propias lágrimas, ya que sé prometió que no lo haría, no lloraría más, en cambio, reunió fuerza y le respondió a su mejor amiga.

—Ya verás que no lo haré, incluso volveré a estudiar. — Al otro lado, Jésica reía sin gracia, más no burlona, porque sabía que esa era una promesa vacía.

—Bien, no estaría de más que termines tu carrera, me gustaría muchísimo y a tía Carla le encantaría que lo hiciera. Ella me pregunta siempre sobre el motivo por el cual de repente dejaste todo a la deriva, aunque no lo creas, tía sospecha algo, pero, bueno voy a creer que no me estás mintiendo, de paso, amiga pásame tu ubicación quiero algún día visitarte. —Tras decir eso Ashley le respondió que sí lo haría y se despidieron quedando en hablar luego.

La noche cayó y ella seguía pidiéndole en su interior que Aslan no fuera a dormir a su lado, pues había firmado un dichoso contrato que la obligaba a dormir en esa habitación y mantener ese secreto, y con el teléfono en la mano se daba pequeños toques en la palma de la mano derecha.

—Señora—. Varios toques en la puerta la sacaron de su ensoñación y respondió con un suave "pase"

—Ya la cena está lista— le anunció Magda y ella le sonrió con amabilidad.

—Disculpe señora, me negaré porque no tengo hambre.

—Pero si apenas probó bocado hoy, usted dejó todo en su plato, se puede enfermar. — Ella notó que Magda mostraba verdadera preocupación y sintió un afecto especial por ella, de modo que decidió decirle.

—Antes comía muchísimo, y mi mamá decía que mi prometido me dejaría por glotona. — Magda se rio en complicidad con Ashley, quien se mostró menos tensa; sin embargo, después de escuchar sus propias carcajadas, dejó abruptamente de reír.

— Señora, me puede decir Magda, soy la nana de Aslan. Yo crié a ese muchacho, le aseguro que es un buen hombre, aunque no está pasando por su mejor momento.

Magda sabía que Ashley estaba allí por orden de Alonso, pero por alguna razón quería que Aslan se diera una oportunidad con Ashley que se notaba que es una mujer triste, podía ver a través de su mirada el dolor y aunque no sabía el por qué, tiene la esperanza de que esa muchacha fuera diferente a Natasha.

—Magda—. La llamó ella cuando la señora iba a salir, pero ella detuvo sus pasos y se giró viendo como Ashley mordía su labio inferior con mirada dudosa.

—Él está en su estudio y no creo que suba ahora, cuando se pone a leer se olvida de todos. — Ella abrió los ojos porque la mujer le dio respuesta sin esperar su pregunta.

—¡¿Cómo?! — Mencionó sin saber qué más decir.

Magda sonrió nuevamente dejando ver las pequeñas arrugas que adornan las comisuras de sus ojos. — Cariño la experiencia que se adquiere con la edad me dejó saber que querías preguntar por él.

Ashley se pasó una mano por el cabello sintiendo vergüenza. — Es que estaba allí dentro y pues no lo vi salir en ningún momento entonces me gana la curiosidad, pero no es que sienta interés por él.

—Si, ese guardarropa tiene otra salida, también tiene una entrada a un baño, que es exclusivo de Aslan, que se preparó para él. — Dicho esto, Magda se marchó dejando a Ashley más tranquila.

Luego por pura curiosidad decidió ir a ver esas puertas que no vio por estar discutiendo y efectivamente estaban ahí siendo estas del mismo color de las paredes.

Después de haber tomado un baño y de ponerse algo cómodo para dormir se quedó mirando la televisión o más bien simulando hacerlo, zigzagueaba canales sin concentrarse en nada y la razón es su nueva vida.

Una parte de ella le dice que esta decisión que ha tomado es una locura, que solamente la dañará más de lo que está, que alimentar su odio no le traerá paz, pero la certeza de conseguir venganza es lo que la motiva a seguir adelante, ya que siente que al estar segura de que se cobró su desgracia estará lista para sanar.

Ve la puerta y piensa en las palabras de ese hombre que le dijo que compartirán cama y si realmente es tan horroroso como se ha descrito, quizás sea una exageración, aunque bien puede ser cierto por el hecho de que en las noticias recuerda haber visto el automóvil de cabeza y encendido en enormes llamas.

Le dio escalofrío, pero no por el desastroso accidente sino porque ella no tolera siquiera pensar que un hombre la toque, porque todo lo que recuerda es esa fatídica noche, quizás si ella pudiera seguir adelante y olvidar pudiera haberle explicado a William, pero ese día marcó un antes y un después, Ashley se levantó de la cama y caminó de una pared a la otra.

—No seas tonta Ashley, él no puede obligarte, es un paralítico, además quizás ni siquiera funcione como hombre— se calmaba a sí misma pero aun así su miedo continuaba hasta que el cansancio pudo más y ella se durmió, con el televisor y las luces encendidas.
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