Capítulo 920
Cuando Silvia pronunció esas palabras, parecía una pequeña niña indefensa, y Lucas se convirtió en su último asidero a la vida.

Lucas asintió y entrelazó su dedo meñique con el de ella.

—De acuerdo, te lo prometo.

Ana, que estaba de pie al lado, observó la escena. Sintió como si algo puntiagudo le atravesara el corazón, un dolor agudo que se extendió rápidamente.

Por alguna razón, al ver a Lucas prometerle algo a Silvia, se sintió como si la pesadilla que había tenido la noche anterior se estuviera convirtiendo en realidad, poco a poco.

Aprovechando que Lucas había calmado los ánimos de Silvia, David salió rápidamente a buscar al médico para que vendara las heridas de Silvia.

Temeroso de que Silvia pudiera emocionarse nuevamente, el médico le administró un sedante. A medida que el líquido transparente se infiltraba en su torrente sanguíneo, los párpados de Silvia se volvían cada vez más pesados. Sin embargo, su mano sostenía con fuerza la de Lucas, sin querer soltarla.

—Sr. Lucas, no
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