Pero Ana tampoco mostró ninguna emoción de resistencia, ella sabía que decir algo ahora solo enfurecería al hombre frente a ella.
—Me voy a bañar.
Ana olió la ropa que llevaba puesta, que había sido impregnada con el fuerte olor a cigarrillo en el auto, lo cual era insoportable para ella en ese momento.
Lucas no dijo nada, y Ana asumió que él estaba de acuerdo. Entró en el baño, abrió el grifo y dejó que el agua caliente le cayera encima.
Fue entonces cuando Ana no pudo evitar agacharse, abrazar sus rodillas y llorar en silencio.
Después de mucho rato, Ana finalmente se desahogó lo suficiente y salió del baño.
Lucas estaba sentado en el sofá, con la comida recién preparada por la criada frente a él. —Ven, a comer.
Ana asintió, secó su cabello húmedo y se acercó.
Lucas miró sus ojos enrojecidos. —¿Qué pasa? ¿Te sientes maltratada y te pones a llorar?
—No, es solo que estuve mucho tiempo en el baño y el vapor me afectó.
Ana, por supuesto, no lo admitiría. Lucas soltó una carcajada y no d