Gloria siempre había sido impasible como un antiguo pozo sin ondas, pero sus ojos finalmente mostraron una ligera turbulencia al mirar a Ana, aunque parecía no creer en la veracidad de sus palabras.
Ana no le prestó atención a eso y continuó expresando lo que quería decir.
—La primera vez que lo vi fue cuando casi me atropella un coche. Él me ayudó y me llevó al hospital para tratar mis heridas. En ese momento, tenía una buena impresión de él porque se parecía mucho a alguien que conocía y que ya no está con nosotros. Sin embargo, más tarde me di cuenta de que su ayuda y acercamiento eran solo parte de un plan con Luz para tenderme una trampa y acusarme falsamente de infidelidad.
—Entonces, ¿dices todo esto sobre sus crímenes para mostrarme tu dolor y disfrutarlo? —Gloria finalmente reaccionó, mirando fríamente a Ana.
Ella conocía bien a su propio hijo. Si no fuera por las amenazas de Luz, utilizando a su familia como rehenes, Luella jamás habría cometido tales actos despreciables.
—N