Ya dispuestos a comer adecuadamente para que en el futuro puedan ser llevados de regreso y educados con esmero, deberían dejar de añorar a Ana como madre.
Al ver el buen ánimo de Isabel, Hugo a su lado también respira más tranquilo. Hacía tiempo que no veía una sonrisa tan sincera en el rostro de ella.
Pensando en no interrumpir su buen ánimo, decide buscar a Lucas.
Lucas se encuentra en el comedor. A pesar de tener comida frente a él, no muestra apetito. Escuchó claramente lo que el sirviente había dicho anteriormente; los pequeños aceptaban comer, pero no porque aceptaran volver con la familia Hernández. Más bien, era su propia insatisfacción interna lo que los impulsaba.
Lucas es consciente de que su accionar ha arruinado la inocente infancia de los dos niños, y por ello no se siente feliz.
Al ver a Lucas de esta manera, Hugo suspira, pensando que todavía está preocupado por Ana.
—Lucas, hay personas destinadas a cruzarse en tu vida pero no para quedarse en ella. No vale la pen