Mientras tanto, en la mansión de Armando, este se encontraba sentado en su estudio, absorto en sus propios pensamientos. Después de tantos años de búsqueda, finalmente había encontrado a la hija de Guadalupe, la mujer a la que una vez juró proteger.
Se sirvió un poco de whisky y observó el líquido ámbar girar en el vaso, recordando los eventos que lo habían llevado a este momento.
Guadalupe García había sido una mujer extraordinaria, una activista que luchaba incansablemente por los derechos de los más desfavorecidos. Armando la había admirado profundamente y se había convertido en su más leal aliado, aunque solo fuese un adolescente. Juntos, habían logrado grandes avances en la lucha contra la corrupción y la injusticia.
Pero todo cambió cuando Guadalupe fue asesinada, víctima de las maquinaciones de aquellos a quienes había desafiado. Armando se juró entonces que haría todo lo posible por proteger a la hija de Guadalupe, la única familia que le quedaba.
Ahora, después de años de inve