Las semanas que siguieron a nuestra mudanza a la casa en Notting Hill trajeron una rutina doméstica que jamás imaginé que pudiera ser tan gratificante. Por supuesto, también trajeron las pequeñas irritaciones inevitables de dos personas aprendiendo a compartir el mismo espacio, como descubrir que Nate tenía el hábito profundamente irritante de dejar toallas mojadas encima de la cama después del baño, o que consideraba "lavar los platos" solo enjuagar los platos y dejarlos en el escurridor para que "secaran naturalmente".
"Nathaniel Carter", dije una mañana de febrero, sosteniendo una toalla empapada que había encontrado sobre nuestro edredón. "Si sigues haciendo esto, voy a empezar a dormir en el cuarto de huéspedes".
Apareció en la puerta del baño con el rostro cubierto de espuma de afeitar, mirándome con una expresión de inocencia fingida que no pod&