Me despedí de mi hermana y dejé el celular cuidadosamente a un lado en la mesita, hundiéndome más en el agua caliente y aromática. El vapor continuaba subiendo delicadamente a mi alrededor, creando una atmósfera casi etérea que me hacía sentir como si estuviera flotando en una nube perfumada. Pude oír sonidos amortiguados viniendo de la cocina: Nate probablemente preparando nuestra comida improvisada, organizando los platos con esa atención al detalle que siempre demostraba.
Los minutos fueron pasando tranquilamente, marcados solo por el sonido suave del agua en los jets de hidromasaje y el tráfico distante de Londres allá abajo. Empecé a notar que estaba tardando más de lo esperado.
Mis planes originales para un baño relajante eran, en realidad, solo la primera parte de una secuencia bien específica que había elaborado mentalmente. La idea era relajar