Esto no es bueno para los negocios.

Ângelo permaneció en silencio por un momento, disfrutando de la tensión en el aire, y justo cuando estaba a punto de responder, Mathew, su hijo, entró en la oficina junto con Mia. Sus ojos se fijaron en Mia, de quien estaba enamorado, pero intentó disimular sus sentimientos.

—Hola, Mathew. ¿Qué te trae por aquí? —preguntó Ângelo, tratando de mantener la compostura.

—Solo vine a despedirme, papá

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