El almacén estaba envuelto en llamas, una tormenta de fuego que consumía el entorno y acortaba cada vez más el tiempo disponible. El calor insoportable y el denso humo dificultaban la respiración, pero Vittorio Amorielle y Jácomo Grecco no podían permitir que eso los detuviera. Estaban en medio de una feroz lucha, sus ropas empapadas de sudor y manchadas de sangre.
La rabia ardía en Vittorio, alimentando su determinación de enfrentar a Jácomo y descubrir la verdad sobre la muerte de Ellis y Donna. Con un grito de furia, se abalanzó sobre su oponente, lanzando golpes rápidos y violentos. Jácomo, igualmente hábil, no retrocedió, bloqueando los ataques con precisión y contraatacando con golpes afilados.
Ambos hombres se movían con destreza, empleando sus técnicas de Krav Maga. Cada puñetazo, patada, codazo y rodillazo estaba calculado para infligir