CATHARSIS
CATHARSIS
Por: m.p.ecker
PRÓLOGO

¿Por qué decir que mi vida era perfecta si no diría más que mentiras? A diferencia de los demás, tuve una infancia más difícil, como yo diría, más jodida.

No creo que me lo mereciera, pero no se elige donde se nace. Supongo que tendré que vivir con las decisiones de mis padres; dado que con cinco años no está en tus planes que la alcohólica de tu madre decida desaparecer de tu vida.

Todo lo que ocurre en la infancia te deja una huella imborrable, te define como persona, para bien o para mal. Buscas siempre la aceptación de los demás y por ello mientes, mientes una y otra vez con tal de no ser juzgada por los errores de otros.

Y a pesar de tus esfuerzos, la vida vuelve a darte en la cara con su mejor golpe, haciendo que pierdas a la única persona que te quedaba en el mundo.

Ese fue mi caso, y, cuando descubrí que ser una chica buena no servía para nada.

Los cambios siempre dicen que son para bien, sin embargo, tuve que regresar a Londres, con mi abuela. Era insoportable verla todos los días. Me recordaba a la zorra de mi madre; esa que me abandonó y luego reapareció en mi vida doce años después, totalmente renovada, con una familia y un país nuevos.

Nada que le recordara lo mierda de persona que era.

Que hipócrita por mi parte convertirme en la persona que más odio en este mundo.

Margaret estaba cansada de aguantar mis gilipolleces, ni yo era capaz de soportarme a mí misma. Veía día tras día, año tras año, lo que le había hecho; a ella y a mí.

¿Me arrepiento de algo de lo que he hecho durante ese periodo de mi vida?

Posiblemente, no.

Gracias a todas esas torceduras, conocí a alguien que cambió mi vida.

Me hizo ver la luz donde siempre había visto oscuridad. Podría asegurar que, si no hubiera sido por él, posiblemente nunca hubiera abierto los ojos al mundo que me rodeaba, donde había algo más que pesadillas, consecuencias, mentiras y problemas.

Ese era mi mundo antes de que irrumpiera en esto.

Por un segundo llegué a pensar que podría ser salvada...

Y ahora viene la pregunta más importante: ¿Me arrepiento de haberlo conocido?

No. No cambiaría ni un ápice de nuestra historia. No me arrepiento de ninguna de las locuras que hice por él, no me arrepiento por las mentiras, ni por los «te odio». No me arrepiento por los momentos que pasamos juntos y mucho menos me arrepentiré de haberme enamorado de él.

Aunque, supongo que una historia hay que contarla desde el principio.

¿No crees?

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