Gabrielle Alighieri, después del escandaloso plantón en la iglesia, regresó a su mansión, donde compartiría su vida con Arielle. Subió a su oficina y sirvió un vaso de whisky y lo bebió, sirvió uno y otro y otro, bebió hasta perder la razón.
Una semana pasó encerrado sin recibir a nadie ni responder llamadas ni mensajes.
Los toques de la puerta llamaron su atención. Y entraron
—¡No quiero ver a nadie! —habló sin mirar a quien pasó por ella.
—Gabrielle. ¿Es así como piensas que Arielle te perdonará. Hundiendo te en el alcohol ? Sal de aquí y búscala, explícale que te tendieron una trampa. —Le aconsejó Sharif, su mejor amigo.
—No quiero ver a nadie Sharif, déjame solo.
—Ve a buscarla, explícale, dile que no la traicionaste.
Y así lo hizo.
—Ahí te envío toda la información de mi prometida, quiero que la encuentres lo más pronto posible. —ordenó Gabriell, cuando fue interrumpido por Sergio.
Gabriell lo miró y se apresuró a recibirlo.
—Sergio, por favor toma asiento, necesito aclarar m