(CALIPSO)
Al menos podía estar tranquila, las palabras de Diego fueron ciertas finalmente, no estaba embarazada, ninguno de sus asquerosos espermas se había agarrado a uno de mis óvulos.
Diego tuvo una fuerte pelea con su padre y con mi madre, cuando les comunicó que no dejaría que mi madre me llevase con ella, que me llevaría con él a casa, y que cuidaría de mí.
Tuve que tomarme un descanso en la universidad, porque aún no me sentía anímicamente bien como para volver a enfrentarme al mundo. Aunque hacía grandes progresos cada día, sobre todo gracias a mi ángel guardián, Diego el todo poderoso.
Mi madre me llamaba todos los días, para preguntar por mi estado y los fines de semana venía a verme, siempre disculpando a Martín, pero yo sabía cuál era la razón de que aquel cabrón no quisiese acompa&nti