Capítulo 2: Aún no

Cerró el libro con pereza y apoyó la cabeza en la mesa. Dejando caer sus brazos a los lados. Literatura no era su materia favorita. De hecho, todas las materias le aburren, Julien era de esos alumnos que apenas y pasaban el año con un siete. Su padre nunca estuvo contento con eso, la había inscripto al mejor colegio de Derrion. Se sentía avergonzado de hablar sobre las calificaciones de su hija cuando sus amigos presumían la de sus hijos, y se lo había dicho a ella varias veces. Pero Julien no se siente mal por eso, había dejado de esforzarse en sus estudios desde que sus ganas se habían desvanecido con cada problema que tenía con él cada vez que llegaba a casa. Con los problemas que solían venir solos en el colegio. Desvanecieron sus ganas en todo. La profesora de literatura lee un cuento corto de romance, tema que a la mayoría les estaba aburriendo. Todos luchaban para no dormirse, pero la profesora solo se concentraba en ella, y luego negó con reproche para continuar con su lectura.

El instituto llevaba el mismo nombre de la ciudad, declarada como una de las mejores en el país Los estudiantes eran muy competitivos, más aquellos que al final no llegaban a nada. Pero sus ganas de estar por encima de otros siempre estaba presente. Claro que, no todos los que estudiaban en Derrion contaban con una buena economía o venían de familias adineradas. El colegio siempre le dio la entrada a cualquiera que tenga ganas de esforzarse. De ahí, uno podía encontrar varios tipos de alumnos; los alumnos rebeldes, que Julien estaba destacada como la peor, los alumnos que no suelen ir a clases para fumar en el baño de varones y volarse la cabeza con la toxidad. También hay alumnos sanos y tranquilos, aquellos que prefieren pasar desapercibido y solo venir a pasar el año. Hay pobres y millonarios, los creídos y los humildes. Los idiotas acosando a las chicas, los que las defienden, y las que se defienden solas. Hay un grupo de fútbol, no es cualquier grupo, de hecho los que pueden entrar tienen la posibilidad de que otros los vean, como entrenadores del grupo de fútbol del país, por ejemplo. La mayoría hacía lo que podía para ser la atención, lastimosamente Julien era la única que no quería eso y lo tenía. No quería la atención de alumnos fracasados que solo piensan en cosas superficiales. Pero es inevitable cuando eres la hija de uno de los mejores arquitectos del país. Algunos se aprovechaban de ello molestándola para conseguir la atención que necesitaban, y por culpa de aquellas personas, Julien se había ganado el apodo de Alumna problemática. Literalmente no hace nada más que tratar de pasar el día normal, pero se ha vuelto muy común que los estudiantes traten de dejarla en ridículo de muchas formas. Formas que ni deberían permitirse en una escuela tan estricta como esta. Tristemente, una de los que ella llama "fracasados" es hija del director, por lo tanto muestra que tiene el poder en el lugar. Lugar que su padre construyó gracias al padre de Julien. Pero claro, eso nadie lo sabe.

Las ganas de ir al baño comenzaron a sentirse, y levanta la mano queriendo llamar su atención. La mujer de cabello negro al notarlo baja el libro y asiente con la cabeza dándole el permiso de continuar.

—¿Puedo ir al baño?

Suspiró con irritación, le dio la espalda y se acercó a su escritorio.

—No te tardes tanto. —le dijo, Julien se levantó y caminó hacia la puerta. —De paso lávate esa cara, se ve que desde hace rato estás que quieres dormirte. Mejor quédate en casa la próxima vez.

Repito, Julien no era la única queriendo largarse de esa aburrida materia. Sin más, salió del salón y caminó hacia el baño. Los pasillos estaban completamente vacíos, y el hecho de que no se escuche nada hacía ver el lugar bello ante los ojos de ella, siempre detestó los lugares con mucha gente y el ruido en exceso. Hizo lo que debía hacer, corrió la cadena y salió a lavarse las manos. También mojó su rostro y un poco su rubio cabello lacio. La tarde estaba lluviosa, el golpeteo de las gotas en las ventanas de los salones eran ruidosas. Los alumnos podían ver con claridad a través de las ventanas de los salones como los arboles estaban con intenciones de caerse. El viento era demasiado. Por suerte, los calefactores en cada salón, baños y pasillos los mantenían calientes. Estiró la cuellera de su camisa blanca, pensó en quitarse el suéter sin mangas de color verde que llevaba puesto. El calor la está irritando. Pero es obligatorio llevarlo en hora de clases, a ningún profesor le gustaba ver a sus alumnos mal uniformados. Entonces desabotonó el primer botón, por lo menos así podrá respirar mejor. Eso era lo único que el colegio pedía que llevaras puesto obligatoriamente, luego de eso se puede venir con el pantalón, short o falda que elijas.

Julien tenía puesto unos pantalones azules, mom jeans.

Maldice, quejándose del calor que estaba sintiendo, sabiendo que a la salida se volverá a quejar por lo fría y mojada que llegará a su casa.

Salió del baño lista para regresar a la clase aburrida y tratar de no dormirse nuevamente, los pasillos eran largos que para llegar a la otra esquina, se encontraba la puerta abierta del baño de varones. En una esquina la puerta de mujeres, en la otra la puerta de los hombres. Sus pies se detuvieron una vez pasó la puerta de los varones, no es que sea una acosadora, pero el sollozo de alguien fue el motivo de que se detuviera. No se trataba de cualquier persona, lo reconoció. Automáticamente retrocedió lentamente y miró el interior del lugar. Reconoció a las dos unicas personas que estaban ahí, sentados en el suelo, uno en frente del otro.

Steven Jobs y Jackson Ermyn.

Steven era quien tenía la espalda apoyada contra la pared, con sus manos cubriéndose el rostro, mientras que Jackson intentaba calmarlo. Ambos son parte del equipo de fútbol del colegio y Jackson es el capitán. Un adolescente de dieciocho años, atractivo pero un tremendo idiota por completo. Él es un cliché. Y es que uno como él no puede faltar nunca en un instituto como este. Un tipo arrogante y presumido. Utiliza sus dotes seductores para conseguir lo que quiere. Un imbécil y para rematar su vida cliché, es el novio de la chica más linda y atrevida del instituto. Claro que, ella es igual que él así que se entienden muy bien. Aquella pareja perfectamente toxica es parte de la lista negra de Julien. En el primer lugar.

¿Porqué? Son algunos de los motivos que hacen de su vida un desastre, son como dos cavernícolas sin cerebro que hacen las cosas porque sí. Y es por eso que piensa que entre ellos se entienden. Le gusta burlarse de ellos porque los detesta.

Steven, quién era todo lo contrario a lo que es Jackson. De la misma edad y con un corazón tan gigante que la mayoría de los estudiantes le tiene un gran aprecio. Incluyéndola. A veces se pregunta como una persona tan amable, divertida, respetuosa y amorosa como él pueda ser amigo de una persona... como Jackson. Steven no es de esas personas que buscan problemas porque sí, pero tampoco es un dejado, si vas a meterte con él, ten cuidado. Fue considerado uno de los mejores estudiantes, uno de los mejores jugadores de fútbol de la escuela y con la mejor asistencia. Tristemente no todo es para siempre, y todos vieron como ese increíble estudiante que era bueno en todo se estaba convirtiendo en el peor, se fue en picada.

—Hey, odio verte tan mal. En serio, debes parar —Jackson le dijo. Posando una mano en el hombro de su mejor amigo.

—No lo entiendes, nunca has perdido algo que has estado esperando con ansias.

—He esperado con ansias también, no lo perdí, porque nunca lo obtuve. Y lo sabes. —Steven bajó la cabeza y él solo pudo mirarlo con pena. —Pero no puedes seguir así. Hermano, pareces destruido.

Aún no.

—Me ilusioné demasiado, Jackson. —quitó las manos de su rostro, sus ojos completamente mojados, su nariz roja, su semblante pálido.

—Lo sé. Y tal vez sea demasiado cruel pero ya no puedes hacer nada. No puedes cambiar las cosas hechas. —Steven no aguantó el llanto y ocultó su rostro entre sus rodillas. Jackson detestaba verlo así, pero sabía que si él no soltaba todo ahora, después iba a dolerle mucho más. —Llora, no guardes nada. Desahógate todo lo que necesites.

Sin levantar la cabeza, con la voz entrecortada, susurró —:Claudia me odia.

Y Julien sintió su corazón exprimirse, aquello si dolía. Steven era el chico más animado que había conocido y ahora estaba viendolo derrotado. Lo que le pasó fue muy injusto, una persona como él no merecía pasar por eso. Ninguna persona merecía lo que a él le pasó. Entonces supo que era cierto lo que dicen; a las personas buenas suelen pasarle cosas malas todo el tiempo.

—Siempre me lo recuerda, dice que es mi culpa. Y estoy empezando a creerlo, Jackson si yo...

—¡Hey, no! —lo detuvo. Tanto él como Julien no podían creer que Claudia fuera capaz de decirle eso. —No digas eso que nada de lo que pasó fue tu culpa. Hiciste lo que pudiste, no puedo creer que ella te culpara de algo así cuando ninguno la tiene. Eres un gran chico y sé que intentaste llegar a tiempo.

—Pero no llegué.

A veces ya no sabía como hacer para que se sintiera bien, sintió mucha lastima por él, no creyó que fuera a afectarle tanto. Abrió el bolso deportivo que estaba a su lado y sacó una botella de agua fría. Por la lluvia el entrenamiento se tuvo que cancelar, aún así estuvieron un buen tiempo antes de que comenzara la tormenta. Se lo ofreció.

—No has bebido nada en todo el entrenamiento. Lo necesitas —dijo.

Absorbió la nariz y tomó la botella, la abrió y bebió de ella. Su garganta estaba seca al igual que sus labios. Pero el agua no iba a llenarle todo lo que estaba sintiendo. Claudia estaba embarazada, Julien recuerda lo emocionado que sonaba él cuando le dijo de esa noticia. Las cosas solo sucedieron, no se cuidaron y al final quisieron hacerse cargo. Eran demasiado jóvenes, y el aborto es legal en Derrion, aún así, juntos tomaron la decisión de ser padres. Nadie supo porqué tomaron esa decisión tan jóvenes, cuando Jackson se ofreció a pagar el aborto en forma de ayuda para ambos, ellos no aceptaron. Claudia se negaba a hacerlo, y él estuvo de acuerdo con ella. Tal vez se querían tanto que ya querían sentir tener a un mini Steven o una mini Claudia, sentir el querer proteger algo tan frágil como un bebé, amarlo, amarse.

Recuerda que el chico tenía pensado salir del equipo de fútbol, Jackson al principio no lo tomó bien pero luego no tuvo de otra que aceptarlo, por suerte, al final no lo dejó. También tenía pensado dejar la escuela y concentrarse en buscar un buen empleo que pueda ayudarlos económicamente a ambos. No quería concentrarse en otra cosa más que en su futura familia. Por suerte su madre tampoco se lo tomó a mal, siempre ha apoyado a su hijo en cada decisión que toma y veía a Claudia contenta con su embarazo. Fue Jackson quien le consiguió un buen empleo con un buen salario, y cuando Claudia cumplió los seis meses, decidieron vivir juntos en casa de él. El lugar era espacioso para el futuro niño. Se las pasaron noches enteras pensando en el nombre, no podían estar de acuerdo con eso. Pero solo quedaba esperar, todos estaban esperando.

Nadie sabía lo que pasó, pero hubo rumores. Algunos más crueles que otros. Él no asistió en todo un mes entero y su madre tuvo que ir a hablar con el director para explicar lo que estaba sucediendo. Y como el director era el padre de la novia chismosa de Jackson, no pasó mucho tiempo para que toda la escuela recibiera la tragica noticia de que Steven Jobs ya no será padre.

Fue un enredo de emociones, estaban felices de que al final Steven ya no tendrá que dejar nada. Pero a la vez estaban mal por él. Hasta Julien sintió la tristeza que él emanaba cuando por fin decidió aparecer.

Han pasado cuatro meses, pero las cosas para Steven se están complicando desde entonces.

—¿Has pensado en ir a un psicólogo? —Steven levantó la cabeza con el entrecejo fruncido. —No me mires así, sabes que necesitas ayuda.

Suspiró con pesadez y apoyó la cabeza en la pared.

—No he podido ir a ningún psicólogo, apenas y me dan ganas de venir al instituto. Me siento muy bajoneado, Jackie.

Jackson rodeó los ojos ante el apodo fastidioso que su amigo había pronunciado. Decidió ignorarlo.

—Si sigues así, el entrenador te sacará del equipo y ninguno de nosotros quiere eso. Lo que pasó fue triste, todos vimos lo feliz que estabas. Pero ahora que puedes retomar tus clases, ahora que solo debes de concentrarte en el equipo, debes hacerlo. No puedes echar a perder esta oportunidad.

—No puedo ignorar así como así todo lo que ha pasado.

—Tampoco puedes quedarte sentado, sufriendo hasta la muerte por algo que no va a cambiar. Y perdón si sueno como un insensible pero no puedes arruinar tu vida así —Se sinceró. —No puedes dejarte caer por esto, muchas oportunidades vendrán, Steven. Esto no es el fin de tu mundo, tú sigue esforzándote. Aprovecha esto para cumplir tus sueños. Sé alguien, y cuando ya lo seas, podrás tener los hijos que quieras con Claudia. Podrás formar tranquilamente la familia que soñaste tener.

Lo pensó por unos segundos, y luego asintió. Jackson sonrió y en un intento de querer sacudirle el cabello, Steven detuvo su mano. Jackson se zafó del agarre e intentó una vez más tocar su cabeza, pero él no se lo permitió. Manoteando la mano de su mejor amigo, Steven sonrió.

—¡Basta!

—Si necesitas ayuda en algo, sobre dinero o buscar algún empleo o lo que sea, no dudes en buscarme. —sonrió cálidamente. —Sabes que puedes confiar en mí.

Steven le devolvió sonriéndole con los labios cerrados y asintió estando de acuerdo.

—Ahora solo necesito ayuda con un psicólogo, antes de volverme loco.

—Puedes llamar al psicólogo de la familia, te mandaré su número luego. Es muy bueno en lo que hace —recomendó.

—¿Tu familia tiene un psicólogo? Mis sospechas sobre que estaban todos locos, incluyéndote, eran ciertas, —volvieron a reír.

—No es solo para los locos. Es por mi mamá, ya sabes, ese tema que te conté —comentó, desinteresado.

Volvió a pasar las manos por su rostro, secándose las lagrimas frías. —Cierto ¿Aún no hablan con él?

—No, ni tengo pensado hacerlo. Creo que es mejor así. —Se encogió de hombros.

—Tienes que dejar ese orgullo de lado, Jackie.

—Nunca, y por favor, deja de llamarme así. —sonrió de lado. Como si sintiera la mirada fija de alguien, giró la cabeza hacia la puerta y arrugó las cejas al verla. Julien no dudó en salir corriendo de ahí, con el miedo recorriendo sus venas.

Ni siquiera lo pensó dos veces, sabe que se ha vuelto a meter en otro lío sin querer. Ahora lo importante era llegar a su salón para sentirse a salvo. Cuando entró, la profesora explicaba algo que ella no podía entender. Se quitó el suéter por el calor y lo colgó en el respaldar de su silla, ignorando el hecho de que la profesora podía retarle por eso. Y tomó asiento.

—No es nada difícil leer un libro y responder las preguntas —dijo la profesora ante las quejas de sus estudiantes.

—Pero si lo es cuando el libro tiene más de quinientas mil paginas —Exageró el estudiante que se atrevió a interrumpirla, solo eran cinco mil. —y las preguntas son medias filosóficas. ¡No vamos a terminarlo nunca!

Eso llamó más la atención de Julien, se preguntaba de qué libro estaban hablando. No entendía nada.

—Deben entregarlo la clase que viene, al menos hagan la mayoría. Con un siete de nota lograrán pasar.

El mismo estudiante bufó, sabiendo que ni a eso llegará.

—Además, es una hermosa historia de amor y misterio. Denle una oportunidad, sé que les encantará. No se olviden leer lo que he dictado hace un rato, también les servirá para responder las preguntas.

—¿Las cuarenta y tres preguntas? Profe, es demasiado —Se quejó una chica castaña en los primeros asientos.

—Solo lean el libro y resuelvan lo que dicté, nos vemos en la siguiente clase. —Varios alumnos comenzaron a quejarse mientras que Julien trataba de entender la situación. —Si no lo hacen, no pasan la trimestre. —ignorando las quejas, se dio media vuelta, caminó hacia su escritorio y comenzó a guardar sus cosas.

Una vez que salió del salón, los demás comenzaron a levantarse de sus sillas cuando escucharon el timbre del receso. Aprovechó ese momento para llamar la atención de cualquiera que estuviera cerca, algunos al verla solo hicieron caso omiso a lo que les decía y se fueron. Era normal que no le cayera bien a medio mundo, así que no se sorprendió. Observó al joven sentado en el pupitre que estaba a su lado, era normal que no lo reconozca o no se acuerde del nombre de sus compañeros, Julien no venía a hacer amistad, venía a calentar la silla.

El chico tenía la cabeza baja guardando sus cosas debajo de su mesa. Sus rulos desordenados cubrían un poco su rostro, su cabello es marrón oscuro. El suéter escolar parecía quedarle muy ajustado, marcando su físico ejercitado.

—Oye, tú —lo llamó. Pero él continuaba guardando. —Hey... Holaaaa. —levantó un poco la voz y aún así este no le prestó atención.

Estando sentada dio saltos ruidosos acercándose a él. Notó que el chico llevaba unos auriculares inalámbricos puestos, pasaba desapercibido por el cabello que le cubría lo suficiente. Acercó su mano y le quitó uno de la oreja. Él rápidamente se giró a verla con el ceño fruncido, le tomó por sorpresa aquel acto, no pensó que ella se atrevería a hacer eso. Pero sus ojos fueron lo que a Julien le maravilló, eran grandes y azules brillosos. Su mirada fija solo le daba el toque que necesitaba.

—Perdón, —se disculpó por su reacción. —Te estaba llamando y tú no me...— decidió alejar la mirada y observó el auricular. Parecía que no estaba sonando, y cuando lo acercó a su oído lo confirmó. —Oye, está apagado.

—¿Y? —Preguntó, con un tono anodino.

—Que te estuve llamando y pensé que no me escuchabas.

Continuó acomodando sus cosas esta vez sin ganas, pensó que estaba ignorándola hasta que volvió hablar.

—¿Y para qué me llamabas?

—No anoté lo que dictó la profesora ¿podrías pasármelo? —Me miró con irritación.

—Puedo hacerlo, si, puedo pasártelo. —Julien sonrió. —Pero no quiero. Deberías de prestar más atención a las clases.

—¿Pero, porqué?

—Porque ya guardé mis cosas —dijo como si fuera lo más obvio.

—Puedes sacar nuevamente el cuadernillo y pasármelo.

Acomodó la bufanda marrón que llevaba puesto, y le arrebató el auricular para volver a ponérselo. Por la fuerza que utilizó, Julien lo miró enojada.

—¿Qué pasa? ¿No te gustó como te quité el auricular? Utilicé la misma fuerza que tu utilizaste conmigo, imagina que sentí yo al tenerlo en el oído.

Rodeó los ojos. —Lo siento.

—No vuelvas a quitarme los auriculares de esa forma otra vez, es desubicado.

—Pero, ni siquiera estabas escuchando música —exclamó. Con el entrecejo arrugado.

—No importa. Solo no lo hagas, Julien. —se levantó de su silla y caminó hacia la puerta como si nada. Es alto, y atractivo para cualquiera que pudiera verlo. Pero eso no fue lo que pasó por su mente en ese momento.

—Joder, que tipo tan molesto. —Claro, finjamos que es el único.

Tal vez solo era uno más en la lista de los que la detestan sin conocerla, solo conocen lo que ven. Y no todo lo que ven es como piensan. Bueno, otra tarea perdida. No tenía las preguntas, y mucho menos entendía que libro debía leer. Listo, se llevará la materia, su padre estará furioso con ella. ¿Pero, qué puede hacer? Si nadie quiere ayudarla.

Por el mal clima las puertas que los llevaban a la cancha estaban cerradas. Entró al comedor, las mesas estaban llenas de alumnos. Intentó buscar una donde pudiera sentarse, para su sorpresa la única mesa cerca a la entrada solo estaba haciendo ocupada por un estudiante. Caminó hacia la barra sin dejar de mirarlo, lo reconoció. Saludó a la cocinera y pidió su hamburguesa. Pagó, y se acercó a la mesa. Se detuvo en frente de la mesa, dudando en si sentarse o no. Volvió a buscar otro lugar pero los demás estaban repletos de alumnos. Suspiró, un segundo después tomó asiento.

La observó confuso, preguntándose mentalmente sobre que coño estaba haciendo ella ahora. Sostenía su celular con una mano mientras que en la otra tenía su cajita de jugo de naranja. Su hamburguesa seguía intacta en su bandeja.

—Esta es la única mesa vacía —Julien explicó.

—No está vacía, yo la estoy ocupando. —hizo notar su molestia.

—Si, em... No me importa. Las demás están llenas —contestó de la misma forma.

Mientras que él dirigía su vista hacia las demás mesas, confirmándolo. Ella aprovechó en abrir el envoltorio de su hamburguesa y comenzar a comer.

—¿Eres nuevo? Porque no te he visto antes. —preguntó con la boca llena. Él creía que al ser hija de un tipo tan elegante y conocido como Adam Asher, la educación era lo primordial. Como saber por ejemplo; a comer con la boca cerrada. Lo ignoró. No quería irritarse más de lo que ya estaba.

—¿Acaso conoces a todos en este colegio?

—No, pero tú y yo estamos en el mismo salón, uno al lado de otro. Y no te recuerdo mucho. —lo pensó por unos segundos. —En realidad, eso es normal. No presto atención a lo que no me importa. —se encogió de hombros, y volvió a darle otra mordida a su hamburguesa.

El chico guardó el celular en el bolsillo de su pantalón, para darle toda su atención.

—Es mi primer año en este colegio, llegué hace unas semanas y fue suficiente para saber quien eres.

Supo a qué se refería.

—Si, soy Julien Asher. ¿Qué tan difícil es saberlo? —bromeó. Pero él no rio.

Se preguntó si su actitud hacia ella era por eso, o si él ya era así de distante. No es una chica problemática, ella no los busca. Los problemas la buscan a ella.

Volvió a morder su hamburguesa, y con la boca llena nuevamente habló. —¿Y qué es lo que sabes?

Él apoyó sus brazos en la mesa, acomodándose en su asiento.

—Sé lo que veo y escucho.

—Ah, bueno acá se dicen muchas cosas. ¿Cómo sabes cual de todas es la verdad?

—Tal vez, cuando todos dicen lo mismo sobre ti. —Ella solo lo veía sin dejar de comer, le parecía divertido hablar sobre esto con él. Quien se cree saberlo todo cuando en realidad no sabe nada. —He notado como desde que que te sentaste aquí, varios no dejan de mirarte. Más que nada, algunos del equipo de futbol, y no es una mirada agradable. Por algo será, ¿no? ¿Qué hiciste para que todos te odien?

—¿Existir? no sé—Él no lo entendió. Lo supo por la mirada de confundido que le dio. —No importa, ¿Me pasas lo que la profesora dictó? —volvió a insistir.

—No.

—¿Porqué? Necesito hacer esa tarea o me llevaré la materia.

—No es mi problema, Julien. Has faltado tres veces en esta semana y cuando vienes no prestas atención. Debes de aprender a ser un poco más responsable ¿No crees?

Vaya, que observador.

—Okey, lo seré una vez que pueda tener lo que la profesora dictó, en mis manos.

—Y pídeselo a alguien más.

—Si supuestamente sabes quien soy, ¿En serio crees que los demás me harían el favor de ayudarme? Ni siquiera estoy pidiendo las respuestas.

—¿Qué te hizo creer que yo sí te lo pasaría?

—Por que llegaste recién, no te conozco y no me conoces en realidad. Pensé que tal vez tú si serías amable. —Una vez que terminó su hamburguesa, hizo un bollo el envoltorio.

—Entonces, te equivocaste.

—Si. Y tranquilo, has amigos, te llevarás bien con todos porque parece que no eres tan diferente. —se levantó del asiento para caminar hacia un tacho de basura y tirar el envoltorio. En todo el camino él no dejó de verla. Y cuando ella estaba por salir del comedor, lo miró por ultima vez y le susurró—: Malhumorado de m****a.

Creyó que él no la escucharía, pero lo que no se le pasó por la cabeza fue que él podría saber leer los labios.

El chico regresó su vista al frente, y sonrió para luego abrir su hamburguesa y empezar a comer.

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