Vanessa…
Ha pasado solo una semana en la que no hemos visto a esa mujer, Vernon y yo solo hemos pasado del trabajo a la casa y viceversa. Aunque no queremos creer que la aparición de Margareth nos a afectado la realidad es otra, en ocasiones el se encierra en su despacho y no sale hasta la madrugada. ¿Qué hace? No lo sé, realmente temo que me esté ocultando algo.
Por otro lado, las inseguridades comienzan a crecer en mí, nunca fui una chica acomplejada, pero, al lado de ella realmente no destaco. Es alta, delgada, rubia, con un cuerpo de ensueño capaz de volver loco a cualquiera, hasta quizás a Vernon.
«Ya basta Vanessa, ¿A que vienen todos esos pensamientos ahora?» me replico mi conciencia.
— Pincesa ¿Estas bien? — la voz de Helena me despierta estábamos en el comedor esperando a que su papa bajara.
— Si hermosa, esto