Alejandro, sin avergonzarse, respondió con una risa: —Entre nosotros no hay diferencias.
Mientras giraba el volante, su tono se volvió más serio: —Honestamente, me siento incómodo viendo a Fabiola tratando de ahorrarte dinero.
Benedicto, apoyando su dedo en la sien, dijo: —Ya lo sé.
Eso significaba que resolvería la situación.
Alejandro no siguió hablando del tema.
Tras colgar, Benedicto regresó a la sala de reuniones y vio a Emilio esperando ansiosamente. Con tono indiferente, dijo: —Puedes irte.
La sonrisa en el rostro de Emilio se congeló: —Pero, señor Sánchez, vine a reportar...
Una mirada de Benedicto lo silenció.
Y Emilio se fue obedientemente.
Una vez que Emilio se fue, Benedicto llamó a Sergio: —Dale a Rosalía más papeles.
Sergio, aunque estaba incómodo, asintió.
—Espera —Benedicto añadió con una mirada intensa. —No como segunda o tercera protagonista, sino como personajes secundarios, y preferiblemente en roles que requieran acción o estar en el agua, lo más duro posible.
Serg