Capítulo 2: Bienvenidos a Ínsula

Iris

Me tomó un buen rato poder explicarme y evitar que me saquen de la universidad, pero finalmente los convencí.

A veces me asusta lo buena que soy para mentir, tengo una facilidad en la labia ¡in-cre-i-ble!

En realidad más que ser ágil mintiendo, lo que más me ayudó fue que ninguno de los dos iría jamás a comprobar los hechos.

Hace muchos años, el marido de Mirta se escapó con una "vampira seductora", así sin más, sin ni siquiera despedirse. Solo les dejó una nota diciendo "Me voy con tal, no me busquen", suena increíble, pero es cierto.

Al recordar a mi buen tío, creo que yo también lo hubiera hecho en su lugar; claro, no de esa manera, pero definitivamente la hubiera dejado.

En este cuento solo puedo sentir pena por la versión aniñada de Roy. Por años mi tía le llenó la cabeza con cosas poco honestas sobre los seres sobrenaturales en general.

La ausencia de su marido realmente la destrozó, dejándola un poco más especial de la mente; aunque si no se mencionan vampiros u hombres lobos, puede llegar a parecer bastante normal.

"Bienvenidos a Ínsula"

Cada vez que paso por este enorme cartel camino a la universidad, no puedo evitar pensar "Se debieron quemar las neuronas el día que la nombraron así".

Ínsula es una enorme isla en medio de la nada, básicamente no existimos para el resto del mundo.

Nuestros libros de historia cuentan que hace muchos, muchos años, un barco antiguo se perdió en el océano. Y que después de haber navegado a la deriva por meses, chocaron contra un acantilado en una de las costas de nuestra ciudad.

En ese viejo barco viajaban algunas pequeñas familias de cazadores, que traían como prisioneros a una manada de licántropos pura sangre, y un clan de antiguos vampiros.

Esa parte de la historia no está tan detallada como para saber el por qué, pero yo deduje, lo cual es muy probable, que estos cazadores los hayan capturado para usarlos como presentes en una Limpieza Tradicional.

Aunque más que una “limpieza”, tendría que llamarse “Matanza Tradicional”...

En aquellos tiempos los descendientes de las viejas sectas de cazadores, cada ciertos años, solían atrapar diferentes tipos de criaturas sobrenaturales, para llevarlos al país de dónde estas arcaicas familias eran originarias, y presentarlos como tributo en una gran quema; era su manera de decir “¡Miren, seguimos el designio de nuestros ancestros!”. Se prendía una enorme fogata en lo profundo de un bosque y se quemaban vivas sus presas.

La Limpieza tradicional no está en los libros de historia a los que todos pueden acceder, obviamente.

Entonces, ¿cómo lo se? Redoble de tambores por favor...

"Soy una descendiente de cazadores"

Era algo predecible, pero luego continuaré con esta parte de mi historia personal.

Volviendo al cuento del barco...

Después de encallar en una de nuestras costas, los cazadores salieron en busca de ayuda, pero después de horas de caminar, todo lo que pudieron encontrar eran humanos salvajes; exactamente solo hombres que no podían hablar ninguna de las lenguas que existían en el resto del mundo.

Al percatarse de que los habitantes no serían de ayuda, simplemente optaron por buscar alimentos y reparar el barco para continuar el viaje, pero cuando llegaron a su transporte descubrieron que sus ofrendas habían desaparecido. El sol estaba a pleno así qué no se preocuparon por los vampiros, estaban seguros de que ya eran cenizas; solo se concentraron en recapturar a los licántropos.

La noche cayó y una enorme luna llena comenzó a brillar en los cielos, por su puesto debían buscar refugio, no contaban con las armas para enfrentarse a estos seres transformados. En el transcurso de la noche se extrañaron por el hecho de que no se escuchara ningún aullido, pese a que la isla era y sigue siendo bastante grande, deberían haberlos escuchado aunque sea muy bajito; aunque por la mañana dejaron de darle importancia.

Al amanecer volvieron a distribuirse a lo largo y ancho de la isla, para poder dar con el paradero de la manada lo antes posible.

Mientras recorrían una parte del denso bosque, un pequeño grupo de cazadores se cruzó con una pareja de vampiros. Ni bien los reconocieron se lanzaron a cazarlos, sin prestar atención al hecho de que estaban iluminados plenamente por el sol del atardecer.

Después de una larga pelea los atraparon una vez más, y luego se dispusieron a llevarlos con el resto de los suyos.

A medida que iban acercándose, la noche iba cayendo otra vez, y antes de poder reunirse, una espesa niebla inundó la tierra derrumbándolos a todos.

Cazadores, vampiros y licántropos, todos se encontraron atados y juntos en una cueva marina.

Nadie podía entender lo que pasaba, y el miedo se apoderó de cada uno de ellos...

¿Qué o quién era lo suficientemente fuerte cómo para poder con todos estos poderosos seres?

De la nada, la figura de la anciana fundadora apareció, y una amenazante voz comenzó a resonar entre las paredes de la caverna.

—¡¡Largo de mi isla!! —gritó, retumbando su voz en los oídos de todos los presentes.

—Eso queremos, pero no tenemos manera —respondió el líder de la secta de cazadores, algo atemorizado, después de recuperar su audición.

Mientras que los cazadores seguían expresando sus deseos de irse, vampiros y licántropos le rogaron qué les permitiera quedarse.

Desde que pisaron la isla: los vampiros pudieron saciar su sed por completo, solo con sangre animal, y caminar bajo la luz del sol sin lastimarse. Los licántropos se dieron cuenta de que podían transformarse a voluntad, sin dolor y sin perder el control bajo la luna llena. Pero de entre todas estas bendiciones, la que más les importaba e impresionaba, era que los humanos que habitaban la isla no les temían; sus diferencias físicas naturales y/o transformados, eran algo nuevo para estos, pero lejos de asustarse, se acercaban a ellos sorprendidos tratando de entender lo que eran.

En síntesis, todos ellos se dieron cuenta de que podrían coexistir sin problemas, al menos en estas tierras, que las siguientes generaciones y ellos no tendrían la necesidad de volver a esconderse, y sobre todo, tendrían la oportunidad de llevar las vidas ordinarias que tanto anhelaban.

La isla cuenta con una barrera mágica, que elude todos esos defectos genéticos que estas especies tienen, a la vez que en la actualidad, repele gran parte de la tecnología del mundo exterior; evitando que figuremos en sus radares o satélites, pero aún así nos permite hacer uso de algunas cosas dentro de ella.

La anciana fundadora cedió a sus súplicas, y les permitió quedarse bajo sus condiciones, una de las cuales era no lastimar jamás a sus humanos. También les advirtió que era probable que pierdan años de sus vidas.

Les explicó que debido a que si solo consumen sangre y carne animal, la longevidad típica de sus especies, podría verse reducida casi a la mitad o un poco más o menos.

Las condiciones y las advertencias de la anciana fundadora, los hizo vacilar un poco, pero al parecer una vida a pleno, sin esconderse y sin temer a los cazadores, se les hizo más tentador (o eso imagino, claro está que no tengo manera de saber los detalles ocultos de esos ancianos).

Los cazadores, como era de esperarse, expresaron su desagrado al respecto, replicando que les pertenecían, que ellos los atraparon y eran suyos.

Un camino de niebla se hizo paso entre ellos...

—¡¡Esta es mi isla!! ¡Nada de lo que la haya pisado les puede pertenecer! ¡Incluso sus grotescas vidas ahora están bajo mi poder! —exclamó firmemente la voz; mientras que la densa niebla ingresaba a sus pulmones, imposibilitándoles respirar a voluntad.

En vez de deshacerse de ellos en ese momento, la anciana les dio un ultimátum, firmaban la paz o se iban en ese preciso instante de la isla. Aunque después de unos lloriqueos, lo cambió por una semana, dándoles más tiempo para que puedan pensarlo mejor.

¿Qué pasó con exactitud en esos días?

No se sabe, no es algo que esté escrito en libros públicos o privados; incluso muchos de sus descendientes no tenemos idea de lo que les hizo cambiar de opinión, pese a haber podido reparar su barco.

Palabras más, palabras menos... desde entonces hasta ahora, las tres especies, más los humanos, conviven en "armonía", dentro de lo que vivir en una sociedad lo permite.

Se fundaron escuelas y hospitales, se construyeron casas, etcétera. Pasó todo lo que debía pasar con una civilización en pleno desarrollo.

Hoy en día tenemos grandes embarcaciones, capaces de ir y venir a nuestro antojo.

¿Cómo lo hacen?

No tengo la capacidad ni los conocimientos para poder explicarlo, pero a lo que tengo entendido: los humanos que se van, pierden la memoria; los hombres lobo y vampiros vuelven a sufrir por su naturaleza, multiplicado por los años que no la sintieron. Los hombres lobo sienten morir en cada transformación y los vampiros sienten una sed que les quema todo el interior; o esos rumores oí de algunos compañeros, si es cierto o no, no tengo manera de comprobarlo.

Con los cazadores tampoco se exactamente que es lo que les pasa; conozco a algunos que importan artículos del mundo exterior, pero no conocí a ninguno que haya podido estar más de un año lejos de la isla. Mi tío era un simple humano, supongo que por eso no tuvo la necesidad de volver.

Como sea, hasta ahora, nadie ajeno a los que nacieron aquí pudieron pisar estas tierras y después irse como deseaba...

¡Bendita tierra que me vio nacer, como quisiera abandonarla cada día de mi vida! Pero por mucho me temo que no cuento con los medios momentáneamente.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo