Tras regresar a la Ciudad Jin, los días pasaron tranquilamente.
Jiang Sese se estaba volviendo loca en casa, y sugirió volver a la oficina para trabajar.
“Fengchen, no habrá nada malo si estás a mi lado”.
Jin Fengchen la miró a los ojos llenos de anticipación, y las comisuras de sus labios se levantaron lentamente: “¿Tanto quieres trabajar?”.
Jiang Sese asintió con fuerza.
Desde la muerte de Shangguan Yuan, todo había vuelto a la normalidad. Estaba muy tranquilo, como si lo que pasó antes fuera solo un sueño.
Sin embargo, Jin Fengchen siempre se sentía un poco inquieto.
“Fengchen, estás aquí, y tenemos a Gu Nian y a los demás protegiéndonos, no pasará nada”. Jiang Sese temía que no estuviera de acuerdo, y rápidamente añadió otra frase.
Jin Fengchen reflexionó por un momento: “...De acuerdo, te dejaré volver a la empresa, pero será mejor que te quedes conmigo todo el tiempo”.
Jiang Sese se apresuró a responder: “No hay problema”.
De este modo, Jiang Ses